Ficha Tecnica:Plataforma: PlayStation 3
Número de jugadores: 1-2, 8 Online
Género: Conducción, GT, Destrucción
Desarrollado por: Criterion games
Editado por: EA
También disponible en: X360
Lanzamiento: 30 de enero de 2008 Precio recomendado: 69.95 €
Edad recomendada (ADESE): 3+
Analisis:
Una de las sagas más espectaculares y aparatosas del reino de la
velocidad tiene por fin nueva entrega. Paradise se convierte por
méritos propios en una de los mejores juegos de las series Burnout.
Apasionante como pocos, con una jugabilidad profunda y bien ajustada y
un apartado gráfico que te dejará exhausto, Burnout Paradise es una
apuesta segura.
Desde que en agosto de 2006 se anunció por vez primera vez Paradise
como la nueva entrega de Burnout las expectativas estaban muy altas.
Una saga de calidad, marcada por ser una de las más espectaculares del
momento recibiría su primer episodio desarrollado únicamente para
plataformas de nueva generación –Xbox 360 y PlayStation 3-, y contaría,
además, con el incentivo de ser el debut en el subgénero de los juegos
de desarrollo abierto.
Paradise, por lo tanto, supone un giro radical en los estándares que
hasta ahora habían caracterizado a las series Burnout al presentarnos
una ciudad completa, de un tamaño muy razonable, por la que poder
movernos a nuestro libre albedrío buscando carreras y retos en un
planteamiento que, de alguna manera, recuerda al de Need for Speed
Underground 2.
Take me Down to the Paradise City
Lo que resulta más evidente cuando se pasan unas horas con Burnout
Paradise es el nivel de detalle que desde Criterion se ha puesto en la
ciudad para llenarla de detalles y hacer que el componente de la
exploración esté fuertemente recompensado.
De hecho puede que los primeros instantes a los mandos de Paradise sean
un tanto desconcertantes debido, sin lugar a dudas, a la amplitud de
posibilidades y a la ausencia de metas concretas. Y es que precisamente
lo genial del nuevo Burnout es que no requiere en absoluto el seguir
una línea o una sucesión de carreras concretas para ser disfrutado al
100%; el juego funciona de forma igualmente brillante tanto en su
faceta de exploración como en su vertiente más tangible de
espectaculares y vertiginosas pruebas.
En realidad, y aunque se han suprimido de forma muy discutible algunos
de los retos más divertidos de títulos anteriores, lo cierto es que
Paradise presenta un abanico de pruebas muy interesante y variado. Por
ejemplo Carrera Clásica es, como su propio nombre indica, la base
fundamental de todo juego de conducción, y se limita a hacernos llegar
antes que el resto del punto A al punto B; con el aliciente clásico de
Burnout de poder provocar las colisiones del resto de participantes.
Furia al Volante fulmina de un plumazo los conceptos “parrilla de
salida” y “línea de meta” para, con libre albedrío, llegar a los
límites de destrucción de otros coches que cada prueba de este modo de
juego nos proponga.
Stunt Run, por su parte, también cuenta con un nombre muy descriptivo y
versa sobre completar una serie de acrobacias como derrapes o saltos
para alcanzar una determinada puntuación.
La Ruta al Rojo Vivo propone una carrera limitada a un trayecto
concreto para cada uno de los 75 vehículos, mientras que Captura nos
emplaza a realizar un trayecto evitando las colisiones de los enemigos
que tienen como único objetivo el destrozar nuestro coche.
Por último hemos dejado para el final el genial Showtime, un hilarante
y descerebrado estilo de juego que también nos empujará a provocar el
mayor número de daños posibles, desplazando en esta ocasión nuestro
coche como si de una gigantesca bola saltarina de varias toneladas se
tratara.
Abróchense los cinturones…
Cuesta encontrar puntos negativos a un juego de la calidad de Burnout
Paradise, y es que el título nos podrá gustar o no, pero su calidad es
indiscutible. Las colisiones siguen siendo uno de los puntos fuertes
del título, pero en esta ocasión se han fulminado determinados aspectos
como el “aftertouch” para después de los choques y algunos modos de
juego que, como ya hemos señalado, han desaparecido.
No obstante cualquier reducción de contenidos, por pequeña que sea como
es el caso, palidece ante la cantidad y calidad de pruebas y desafíos,
y es que resultará muy difícil aburrirse en Paradise City.
Mención especial merece el multijugador, muy cuidado, muy intuitivo y
de fácil acceso. También cambia notablemente con respecto al apartado
on-line de entregas anteriores pero los cambios, una vez más son a
mejor. El modo se divide en una serie de desafíos que variarán
dependiendo del número de jugadores disponibles, y los tiempos de
espera entre partida y partida nos permitirán dar vueltas por la ciudad
a nuestro antojo.
Resulta también, volviendo al modo individual, especialmente curioso y
acertado el sistema de incorporar vehículos a nuestra colección. Se nos
hará notar la posibilidad de adquirir uno nuevo informándonos de que el
citado modelo está deambulando por las calles de la ciudad, y tras
buscarlo deberemos inmovilizarlo a golpes para que pase a formar parte
de nuestro “garaje”.
Asimismo, y potenciando también la exploración, Paradise ofrece un gran
número de actividades paralelas de búsqueda como romper carteles o
vallas, o el empleo de talleres de reparación o de pintura.
Potencia con Control
En el aspecto gráfico se han tomado algunas decisiones interesantes
como la elección de la paleta de colores y determinados aspectos de la
iluminación. Cuesta no acordarse del formidable Need for Speed Most
Wanted cuando vemos al bólido corriendo por los escenarios de marcados
tonos otoñales. Y es que Most Wanted, a pesar de tener más de dos años,
sigue siendo un juego muy competente en lo visual precisamente por eso,
por sus decisiones artísticas en mayor medida que por sus avances
tecnológicos.
Burnout Paradise, sin embargo, es tan sobresaliente en términos de
diseño como en su acabado gráfico más puramente técnico. Los vehículos
son un ejemplo de modelado y de representación de destrozos, y los
escenarios están muy cuidados y, como ya hemos señalado, invitan a la
exploración, tanto por su diseño como por sus trazados.
En tema de físicas el juego es sencillamente apabullante. Pocas veces,
y con permiso de la serie FlatOut, hemos visto un tratamiento de
colisiones y daños como el de Burnout Paradise, y las colisiones son
algo que hay que ver con nuestros propios ojos para poder juzgarlo de
forma justa.
Lamentablemente sólo podemos calificar de error importante el hecho de
que no haya conductores en los coches, y es que cuando perdamos el
parabrisas en un choque revelará que no hay ningún personaje al
volante. Lógicamente no pedimos que los tripulantes del bólido salgan
despedidos por la ventanilla como en FlatOut, ya que son juegos que
dentro del género de la velocidad se enmarcan en ramas totalmente
opuestas, pero si que sería más que razonable ver al menos al piloto
dentro del coche como en cualquier juego de conducción.
El juego cuenta igualmente con un rendimiento excepcional a nivel de
tasa de imágenes por segundo, no observándose ninguna caída por repleta
que esté la pantalla de vehículos y colisiones.
En otro orden de cosas como es costumbre en todos los títulos que
distribuye Electronic Arts el apartado sonoro y musical cuenta con un
acabado irreprochable. La banda sonora brilla de forma espectacular,
con una soberbia selección de canciones de estilos muy diferentes como
pueden ser Alice in Chains, Guns N´ Roses o los visionarios Faith No
More. No obstante, y pese a la amplia oferta, algunos temas no cuadran
en exceso con el carácter del título, y resulta ciertamente chocante
topar con Avril Lavigne y su facilón y bienintencionado “Girlfriend”
mezclado con el fibroso metal de Killswitch Engage, por ejemplo.
El de los efectos de sonido también es otro factor que resulta
sobresaliente. Las colisiones provocan unos estallidos sonoros
sobrecogedores, y el rugido de los motores acelerando es igualmente
inmersivo. Es especialmente recomendable hacer uso de Burnout Paradise
con un sistema 5.1, pues es una de las mejores experiencias auditivas
que hemos tenido con un juego de conducción en los últimos años.
El único aspecto negativo a nivel sonoro es el del doblaje. Una mala
elección de una de las voces principales de un juego puede dar al
traste con todo el ambiente sonoro generado con mucho trabajo en el
resto de facetas, y ese es precisamente el caso de Paradise. A modo de
narración encontramos a un irritante DJ que hará unos comentarios de
mayor o menor utilidad, aderezados con un timbre de voz ciertamente
enervante y con unas aptitudes dramáticas, siendo generosos, cuanto
menos, corrientes.